Monólogo 1
« Yo nunca he tenido mucha surte con las chicas. Siempre he pensado que mis técnicas de caza no son buenas. Me acuerdo que cuando estaba en la escuela siempre me sentaba detrás de la chica que me gustaba. Y lo que hacía era tirar un boli a propósito delante de mí para que ella se diera la vuelta, me lo recogiera y así hablar un poco. Recuerdo que hice esto hasta el día en que me pregunto si era subnormal por hacer caer el boli continuamente…
No me volví a sentar detrás de ella nunca más…
Otra momento muy humillante fue cuando vivía yo en una residencia en Paris… un día llegando a mi habitación veo a una chica muy guapa que pasa a mi lado y me doy cuenta de que su habitación estaba a diez metros de la mía. Como os lo podréis imaginar me pasé los días siguientes pensado todo el día en ella y en como poder hablarle… hasta que me di cuenta que la única manera de hablarle era sencillamente picar a su puerta… Tardé dos semanas en atreverme a dar el paso. Hasta hice una lista de pros y contras. En pros tenía poder verla y hablar con ella. En contra tenía que alomejor su madre se acababa de morir y la estaba molestando… Sí, mis contras dublicaban mis pros. Pero bueno, aún así llego el día en que me atreví a molestarla pese al supuesto fallecimiento de su madre. Cuando llegó el momento estaba muy nervioso. Recuerdo que antes de salir de mi habitación hice estiramientos, me peiné doce veces y me di hostias a mi mismo porque querría echarme atrás. Pero lo conseguí, salí de mi cuarto y caminé despacio hacía la suya. Cuando llegué en frente de su puerta me temblaban las piernas, me latía el corazón a mil y tenía miedo. Enganché mi oreja a la puerta para verificar que no estuviera hablando por teléfono o llorando por la muerte de su madre. No se oía nada. Me armé de valor y le di a la puerta. El golpe fue flojo que no lo oí ni yo. Espere 1 minuto, que se transformaron en 3, para ver si ella me había oido. No. Lo volví a intentar, esta vez sin miedo a romperme la mano. 10 segundos, que parecieron 2 años, pasaron hasta que aquella preciosidad abrió la puerta. La verdad es que no me acuerdo muy bien lo primero que le dije. Creo que fue hola. Después recuerdo intentar decirle de quedar para dar una vuelta por la ciudad algún día. Sé que no me dijo que no, me hizo entender que sí. Le di las buenas noches y me volví para mi habitación. Una vez dentro me quedé inmóvil durante unos segundos intentado asimilar lo que acaba de pasar. Mal no había ido, pero creo que se había dado cuenta que era la primera vez que invitaba a una chica a salir. Y no estaba del todo equivocada, era la tercera.
En las habitaciones de mi residencia no tenemos cocina pués tenemos que desplazarnos a una que todos tenemos en común. Al haber más cucarachas que fogones y mas manchas que metros cuadrados no se la ve mucho por ahí. De echo solo la he visto un par de veces. Y sí, me apunté con tinta solvente las horas a las que iba para poder coincidir con ella. Esto hizo que durante las 2 semanas siguientes comiese a las diez y media de la noche. Y no, no la vi ni una sola vez.
Al ver que pasaban las semanas y que el único lugar donde la veía era en mis sueños decidí volverme loco y volver a picar en su puerta. Necesitaba una excusa, no me atrevía a picar solo para pedirle salir otra vez. Así que decidí ir a pedirle si tenía una escoba, no sin antes llegar a las 120 pulsaciones por minuto y temblar de piernas. Total que después de 20 minutos dando vueltas por el pasillo llamé a su puerta y le pedí una escoba. No tenía, ya no tenía excusa para volver y devolvérsela. Después le dije que aquella noche iba al cine a ver Star Wars y que si quería podía venir conmigo. Ya tenía planes. Me volví a mi cuarto, me eché en la cama con la esperanza de no haber echo el ridículo, una vez más y que algún día sería ella la que viniese a proponerme salir .
Un tiempo después se me ocurrió otra idea para acercarme a ella. Aproveché que me tenía que ir unos días para pedirle que me regara las plantas de mi habitación. Me dijo que sí, ahora no tenía que olvidarme dejarle las llaves para que pudiese entrar… a sí y comprar las plantas porque es que no tenía. Estas técnicas eran muy cutres, pero eran las únicas que me se me ocurrían. Sabéis, yo en la escuela tenía dos de media en mates, pero aún se más sobre Pitágoras que sobre chicas. »